CAPITULO III: UNA EXTRAÑA MUERTE Y LA NIÑA DE LA MIRADA JUGUETONA

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Año 2020, Trujillo

El sol rutinario de la tarde brillaba en lo alto del cielo trujillano, ardiente, brillante, abrasador, le daba un toque elegante y alegre a la ciudad, para algunos resultaba un poco incómodo, para Sandra por ejemplo, pequeña de apenas 12 años, aunque algunos solían confundirla con una niña un poco mayor,  llevaba un vestido verde delicadamente adornado con flores, como señalando la llegada de la primavera, unas sandalias de una tonalidad un poco mas oscura, pero con el mismo detalle de la estación que combinaban a la perfección, además, lucía orgullosa unos anteojos para sol, que complementaban su atuendo tan llamativo, sobre su rostro se deslizaba lentamente una gota de sudor, como el rocío se desliza por los pétalos de las rosas por la mañana, la niña se detiene frente a una tienda y se limpia el sudor de la mejilla

        Quiero un helado – se dirige a Liz, la mujer que la acompañaba y se encargaba de cuidarla

No pudo negarse a consentir la petición de Sandra, cuya voz resultaba tan cautivadora y tan inocente, que de hecho era imposible negarle cualquier cosa a semejante ternura.

En otro lado de la ciudad un muchacho se acerca al mostrador de una bodega, y golpea el cristal del mostrador para llamar al encargado, un viejo de bigotes poblados que se encontraba medio dormido en una silla y frente a un viejo televisor,

- Un cigarro por favor – dice el muchacho poniendo una moneda sobre el mostrador.

- ¿Fumando con este calor Dennis? – Pregunta el viejo mientras entrega el cigarro y un encendedor.

- Si don Pedro, lo que pasa es que estoy un poco nervioso, acabo de salir de un examen, y estoy esperando resultados, usted entenderá.

-    Bueno muchacho, bueno, pero no esperes llegar a mi eda…, pero… ¿Qué demonios?..., ¿Puedes decirme muchacho si es cierto lo que estoy viendo? – pregunta el viejo asustado mientras señala el cielo con el índice derecho.

Dennis gira la cabeza y suelta el cigarro que ya había comenzado a fumarse

– ¿Una nube de ese tamaño, con este clima?, ¡imposible!, esto tiene que ser parte de algún espectáculo, ¿Alguna vez había visto algo así don Pedro?- preguntaba Denis, quien no podía apartar la mirada de aquella nube negra, que comenzaba cubrir el esplendor del astro rey - ¿Don Pedro?, le hice una pregunta y aún no me responde… ¿Don Pedro?, ¡Don Pedro!- Gritó Dennis cuando al voltearse encontró a don Pedro tirado en el suelo, con una sonrisa en el rostro, y con la cara muy pálida, trató de despertarlo, pero no pudo hacerlo, le tocó el pulso y se dio cuenta de que el hombre había muerto, el pánico se apoderó de él al pensar que podían culparlo por la muerte, así que decidió salir de la bodega, se aseguró de que nadie lo viera y corrió, corrió como nunca antes, y en su cabeza rondaba la imagen del viejo muerto en su propia casa, con la sonrisa tan grande en la cara, Dennis tenía ganas de llorar, pero se tragaba las lágrimas mientras corría camino al cuarto donde vivía, solo quería acostarse en su cama y no despertar hasta que aquella nube negra haya desaparecido por completo.

Liz tomó de la mano a Sandra e ingresaron a la tienda, donde llamó la atención de Sandra la enorme máquina de helados que había dentro, inmediatamente la pequeña soltó la mano de su acompañante y se apoyó las manos sobre el cristal de la máquina, mientras observaba ansiosa la gran variedad de colores de los helados, Liz por su parte se acercó al encargado de la tienda, sacó un par de monedas y se las entregó, pagando así el precio de un helado para la niña.

-¿De qué sabor lo quieres nena?- Pregunta el encargado

Sandra se quitó los anteojos oscuros para hacer una mejor elección, ella siempre tuvo un paladar muy fino y quería asegurarse de que su elección sea la correcta, miró detenidamente cada uno de los sabores que se exhibían en la máquina, analizando los nombres y haciendo uso de su memoria recordaba cada uno de los sabores, no parecía tener prisa, después de todo, las cosas buenas necesitaban de una profunda meditación, tuvo que pasar un corto lapso de tiempo para que la pequeña Sandra se decidiera, alzó la mirada hacia el encargado,

-Que sea de chocolate por favor- dijo mientras dibujaba una sonrisa ansiosa en su delicado rostro.

El joven despachó el helado con mucho cuidado, se había dado cuenta de que la niña era muy exigente y cuidadosa solo con observar la concentración que requería escoger el sabor de su helado, y luego de formar un cono perfecto de helado extendió la mano hacia la niña para entregárselo, fue en ese momento cuando se dio el contacto visual entre ambos, ella tomó suavemente el cono de helado sin darse cuenta de lo que había provocado en el joven encargado, éste por su parte sintió como una pequeña corriente eléctrica que le recorrió todo el cuerpo por un instante, al ver los ojos de Sandra quedó cautivado, no había visto jamás cosa parecida, sus ojos reflejaban una inocencia natural, trató de compararlos con el azul claro de los ojos de su pareja, pero siguió encontrando mas interesantes los bellos ojos marrones de Sandra, eran pocas las personas que tenían este tipo de reacción, nunca se pudo encontrar un patrón exacto del tipo de persona que percibía la dulzura en aquella mirada, penetrante, cautivadora. Luego de eso Sandra y Liz salieron de la tienda y continuaron caminando por el jirón Independencia, sin darse cuenta de la lágrima que corrió por la mejilla de aquel joven y que fue a parar en su zapato izquierdo, que extrañamente, tenía el mismo color marrón bonito de los ojos de aquella niña.

CAPITULO II: TRÁGICO 5 DE SETIEMBRE

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Año 2020, Jirón Triunfo - Chachapoyas

- ¡Corre primo!, ¡Corre! – grita por la calle Javier, un niño de 14 años, corre mientras ríe a carcajadas por la travesura que acaba de hacer, a su lado corre Lalo, que ríe mucho mas fuerte todavía, esquivando personas, corren orgullosos por el jirón triunfo, hasta que Javier decide detenerse:

        Espera!, ya me cansé, además ya debe estar bien lejos, por poquito y nos agarra cierto Lalo?
        Si pues, pero imagínate, tanto escándalo hace la monjita, solo por reventarle un par de vidrios
        Tienes razón no? Quizás fue porque eran los vidrios de sus anteojos
        Uhmm…Tal vez

Ambos se sentaron en una acera a reír, mientras pensaban cual iba a ser su próxima fechoría, después de todo ese era el pasatiempo favorito de Javier, molestar a las personas no es un pasatiempo muy saludable -sobre todo cuando lo descubrían- pero era su forma de ver la vida.

Aún no lo decidían cuando Javier alzó la mirada y vio en el cielo algo que llamó mucho su atención:

        ¿Qué es eso primo?
        Una nube pues tarao’
        Si, eso lo se, pero… tan grande?
        Uhmm, cierto… quizás va a llover fuerte como esa vez que cayó granizo
        ¿Oye Lalo, cuando cayó granizo?
        Tu no debes acordarte, eras muy chiquito, hace mucho tiempo que no veo un espectáculo como  ese
        Ah, pero de todos modos, me parece una nube demasiado grande –
        Y tú que sabes de nubes?
        No mucho, pero lo suficiente para darme cuenta que una nube de ese tamaño no puede ser normal
        Mira, no me contradigas, que yo soy el que va en quinto año, no tú.
        Bah!, ¿y solo por eso vas a saber mas que yo?
        Claro, soy mas leído y mas culto
        Ya ya, no seas fintoso y mejor vamos echarle agua a la pelada del viejo del parque, haber si cuando se la regamos le crece pelito!

Ambos salieron disparados, pero a Javier no se le quitaba de la cabeza la idea de que esa nube no era algo común, y tenía razón, era una nube demasiado grande, toda oscura y tenebrosa que avanzaba rápidamente por el cielo azul, oscurecía poco a poco la ciudad, y las señoras de edad avanzada comenzaban a preocuparse.

A la hora de almuerzo, en casa de Javier se comentaba sobre aquella enorme nube que cubría el cielo, el padre de Javier, que era uno de los personajes mas reconocidos dentro de la ciudad, escuchó en la radio que un fenómeno similar se había registrado en Chile y Argentina.

-          No creen que estos fenómenos se deben a la contaminación ambiental? - Preguntaba Javier mientras se quemaba la lengua con una cucharada de sopa caliente.
-          Puede ser hijo, puede ser, ¿Tu qué opinas querida? – Preguntaba el padre de Javier a su esposa
-          Ah?, la verdad no lo se, tengo cosas mas importantes en que ocupar mi tiempo que en andar viendo nubecitas – respondió irónica la madre de Javier, que aunque amaba a su familia, era una persona muy ocupada, con muy poco tiempo libre, debido al trabajo que desempeñaba .

La abuelita de Javier , una mujer muy religiosa, aunque bastante chismosa, no se presentó al almuerzo aquel día, estaba muy preocupada por aquella nube, hacía ya dos noches que no podía dormir debido a un sueño que la atormentaba, que solo mencionó a su familia, mas nunca quiso dar detalles acerca de él.

El reloj de la catedral de la ciudad marcaba las 4:45 de la tarde, y para esa hora, ya no se observaba luz alguna en el cielo, el fenómeno de la nube negra había sido reportado en todo el mundo, la gente corría desesperada por las calles, y se encendieron las luces del planeta, mucho mas temprano que de costumbre, el cielo ahora era negro, tan deprimente y tan triste como la muerte misma, todas las iglesias, todas las religiones, todos los creyentes se arrodillan y gritan pidiendo auxilio a sus Dioses, el Papa invita al planeta a rezar, los pastores salen de sus templos a las calles e invitan al arrepentimiento – ¡El fin del mundo ha llegado!, ¡Rueguen por sus almas antes de que sea tarde!, ¡hermanos en Cristo, oremos! – Todos alzan la mirada hacia el cielo, y por primera vez en la historia, el mundo entero piensa, al mismo tiempo, en Dios.

Por la calle pasa corriendo Lalo, y sopla un enérgico silbido para llamar a Javier, espera un rato, se sienta en una acera, hasta que se abre la puerta de una casa, sale Javier, Lalo corre hacia él y lo abraza fuertemente – ¿Qué te pasa? – Pregunta Javier, mientras Lalo levanta la cara y lo mira, Javier se preocupa al observar los ojos de su amigo llenos de lágrimas – ¡Contéstame huevón!, ¿que te pasa? – Pregunta preocupado Javier, - Mi abuelita primo, mi abuelita – Contesta Lalo con la voz entrecortada, respira profundo, Javier lo mira asustado, Lalo recupera el aliento y en sus ojos solo queda una lágrima – Se murió primo, así, de la nada – logra argumentar Lalo mientras se deja caer en los brazos de su compañero de travesuras.

Cuando Lalo se halló mas tranquilo salió hacia su casa junto a Javier, quien se encontraba un poco asustado con la noticia, muy pocas veces había tenido que enfrentarse a la muerte de alguien, pero se sentía en la obligación de acompañar a su amigo, que siempre estuvo con él en las buenas y en las malas, tendiéndole la mano como un hermano. Llegaron hasta la casa de Lalo y había un grupo de gente, entre amigos y curiosos, reunidos en el lugar, Lalo y Javier se acercaron hasta el cuerpo que reposaba sobre una cama, a lado, la madre de Lalo arrodillada se limpiaba las lágrimas para no hacer más doloroso el momento para su hijo.

-          ¿La señora estaba enferma? – preguntó Javier a la madre de Lalo luego de saludarla y expresarle su sentido pésame
-          ¿Enferma?, ja! – respondió irónicamente la madre de Lalo – No creo que existiera en el mundo persona mas saludable que ella – concluyó la sufrida mujer, que terminaba ya de secarse las lágrimas con un pañuelo muy percudido, ella no quería que Lalo sufriera en ese momento, el había sufrido ya bastante con la separación de sus padres, lo que le causó un gran daño emocional, ese daño que él mismo no logró aceptar sino muchos años después.
-          ¿Entonces de que murió? – preguntaba Javier nuevamente
-          Aún no lo sabemos, y tampoco me lo explico, es un fallecimiento muy extraño, solo podemos esperar que el médico lo diga, mientras tanto, voy a hacer los preparativos – contestó la madre de Lalo mientras se ponía de pie e iba a buscar una bombilla para colocarla en la puerta de la casa, que era la costumbre para indicar que alguien había fallecido.

Javier y Lalo salieron de la casa y se sentaron, ambos muy pensativos, cuando se dieron cuenta de que las luces de la calle ya se habían encendido y los vecinos estaban muy alborotados.

-          ¿Qué hora es? – Pregunta Lalo
-          5:30 – responde Javier mirando su reloj de pulsera
-          ¡Asu, y esa nube tan grande que no se quiere mover del cielo! – Exclama Lalo un poco asustado
-          Debe ser que Diosito se ha puesto triste por lo de tu abuelita primo – consuela Javier a Lalo
-          ¡Fuera cojudo!, Dios no existe, porque si existiera, mi abuelita aún estaría viva –
-          ¡No digas eso animal!, Dios si existe –
-          ¡Entonces lo odio!, y nunca le voy a perdonar lo que me hizo, ¡NO EXISTE LA JUSTICIA DIVINA!

CAPITULO I: ISABEL

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Año 2023, Plaza de Armas - Chachapoyas - Amazonas.


Cielo oscuro, a estas alturas ya no resulta extraño verlo de esa manera, la gente se ha acostumbrado a vivir en las sombras, incapaces de diferenciar el día de la noche, solo caminan, y a pesar de todo se adaptan a este estilo de vida; no fue fácil, al comienzo se hicieron muchas preguntas, muchos llantos, llantos de temor, de impotencia, después de todo, esto no era como quejarse ante sus gobernantes, no era como reclamar un aumento de sueldo, no se podía bloquear una carretera pidiendo la derogación de una ley, mas bien era un ruego lamentable, una súplica, era como un niño indefenso que llora y se sienta en una acera a rogar por una moneda, por un mendrugo de pan, por un poco de agua… hace ya 3 años, desde aquel 5 de setiembre que quedará grabado eternamente en el recuerdo.

Cerca de la pileta vacía que solía embellecer la vista de la plaza de armas, pero que hoy solo se muestra como una antigüedad vacía e inservible, camina Isabel, una dama, cuya sola presencia resultaba intimidante, alta, de cabello rubio, llevaba puesto un traje sastre muy fino, y zapatos de tacón que golpeaban suavemente el piso y llamaban la atención entre la multitud, se dirige hacia su hogar, feliz, y no era para menos, su hija acababa de llegar a la ciudad, hacia mucho que no la tenía cerca, la niña dormía aún cuando ella salió a trabajar, por lo que no pudo charlar con ella, sacó el celular de la cartera, marcó un numero y se lo puso junto al oído:

-Aló? Sí, ya estoy llegando a casa, espérame en el comedor hijita.-

A pesar del carácter duro que siempre aparentaba, Isabel sentía un gran amor por su hija, siempre tenía controlada a Sandra desde que se tuvo que separar de su esposo, la llamaba constantemente para saber de ella, temía que algo le pasara, y debido a la posición económica de la familia, la niña pudo crecer con todos los lujos y las comodidades que se merecía.

Guardó su celular en la cartera mientras doblaba una esquina, estaba emocionada por la llegada de la pequeña Sandra, de tal modo que se acercó a un vendedor ambulante y le compró una barra de chocolate, mientras pensaba en la sonrisa que esbozaría su rostro al recibirlo, caminó un par de cuadras más y se detuvo frente a una casa elegante con tres puertas, cada una con un hermoso balcón de madera sobre ellas, y sobre uno de los balcones se encontraba Sandra, tan radiante y tan bella como su madre siempre la recordaba, rápidamente bajó las escaleras y abrió la puerta de la casa,  extendió los brazos para recibir a la mujer a la que tanto extrañaba.

(Sin título... Aún)

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A partir de ahora postearé fragmentos de una historia que comenzó a escribirse (Asi, es, prácticamente se escribió sola) el año 2008, luego, el archivo desapareció por completo... Y cuando pensé que no había más esperanza, lo volví a encontrar en un viejo USB... Y aqui está, pidiéndome que continúe con la historia que mantiene su stand by, ansiosa de un final... (He procurado no hacer correcciones al original del 2008, para mantener la escencia y la naturaleza del texto)







Qué irónico resulta el mundo a estas alturas
Mientras más difícil y más dura se pone la vida
Mayores son las ganas de mantenernos despiertos.






Cuántas cosas han cambiado desde observamos las primeras luces del mundo, cuando uno podía levantarse de su cama y observar afuera los campos verdes llenos de vida, el cielo azul iluminado por el majestuoso brillo del sol en las mañanas, el cielo nocturno cubierto por aquel lóbrego manto negro con pequeños diamantes incrustados que parecen moverse al ritmo de los latidos del corazón, y que hacían las noches mas apasionantes, la luna… esa luna que hoy llora recordando lo que vio, que siente el vacío que queda en el mundo… y es que ya nada es como antes.

Los astros en el cielo se preguntan una vez mas si es que el mundo volverá a ser algún día lo que un día fue, mientras observan taciturnos el destino abatido del planeta, un planeta que ha cambiado, y que por la ambición de sus habitantes hoy se destruye lentamente, poco a poco, minuto a minuto…

Tengo ganas... De volver a tener ganas.

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Hastiado de asesinar historias en noches de nostalgia y pesar, tengo ganas de regresar a mi espacio. Tengo ganas de volver a jugar a ser un seudoescritor de pacota con mala ortografía y frases redundantes que amaba dibujar personajes en su imaginación, y que jugaba a ser Dios una vez por noche, para que sus personajes caminen con vida propia, creando senderos, abriendo puertas, llorando, riendo, sufriendo, gozando... ¿Muriendo?

Tengo muchas ganas de salir a la calle y gritar que estoy vivo porque aún puedo sentir el aire en mis pulmones, nuevamente asfixiados con tabaco, y porque tengo una vida llena de personajes reales, que por suerte, son más los que debo amar, que los que debo odiar.

Tengo muchas ganas de no tener más problemas y solucionarlos todos de un disparo,  de mirarme en ese espejo una vez más y escupirme ese millar de palabras que me merezco por ser tan inicuo e inconstante conmigo y con los míos.

Tengo ganas de ser feliz, sin tener que pagar el alto precio de la felicidad… No quiero tributar más por sonreír… No más daños, no más penas, no más dolor…

Tengo ganas de pedir disculpas, a ese centenar de personas que se las merecen... Porque hoy no tengo más excusas para no pedir disculpas, hoy no tengo más pretextos para ocultarme detrás de mis argumentos esforzados, que están cansados de estirarse para proteger el estúpido valor de mi indignidad.

Hoy regresa el asesino, sin pretextos, sin complejos, aunque aún con algunos pesares, con más sed de vida que nunca; no tengo idea de cuántas personas puedan leer esto, solo espero que se disfrute tanto leyendo, como yo disfruto escribiendo.

La vida es una montaña rusa...
 
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De acuerdo, no encuentro explicación para esta extraña melancolía. Tal vez es que las cosas están marchando tan bien, que me recuerdan a aquel hermoso verano, princesa.

Hoy me dio por extrañarte, extráñame tu también.