REGALO DE NAVIDAD

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Aún faltan seis días para la navidad, pero mi hermano menor ya tiene su regalo, el muy desgraciado, abajo en el jardín disfruta ya del pedido que le hizo a Papá Noel y que le llegó antes de noche buena, bueno, creo que a partir de ahora creeré más en Papá Noel…

Al infeliz no le bastó nacer en viernes 13, sino que además casi mata a mamá durante el parto, eso si que es mala suerte. Después de un pequeño paso por una incubadora, mamá llegó a casa con el pequeño Joaquin en brazos, papá detrás de ella con una botella de whisky y su sonrisota que le cubría toda la cara – Nació a las 9:30 – lanzó su grito que retumbó por toda la casa, yo tenía apenas 5 años y jugaba con mis carritos de construcción, llenando de arena la sala, cosa que no le importó mucho a mis padres, estaban demasiado felices con el nacimiento de Joaquincito, nunca me sentí celoso de él, hasta el día de hoy en que lo veo a través de mi ventana con la sonrisa dibujada en el rostro y mis padres prestándole más atención que de costumbre, creo que ahora no les importa mucho lo que yo haga, podría largarme a embriagarme con mis amigos, pero prefiero envidiar a mi hermano desde la soledad de mi habitación.

Los años pasaron casi sin darme cuenta, todo fue muy rápido y mientras yo iba a la escuela Joaquín ya iba al kinder, tenía talento, supongo que la habilidad para la marinera la heredó de la familia de papá, todos lo querían, se había convertido en un niño de lo más educado, respetuoso, talentoso, aseado, era el único de sus compañeros que no tenía piojos en la cabeza y que antes de terminar el kinder ya casi sabía leer y escribir, una memoria prodigiosa la de mi hermano, eso le tuvo que servir de mucho, después de todo fue así que le escribió su carta a Papa Noel, carta que tengo hoy entre mis manos y que mis padres aún no han leído, estoy seguro de que pondrán el grito en el cielo cuando lo hagan.

Cumplió los cinco años y le organizaron una gran fiesta de cumpleaños, toda la casa llena de globos, serpentinas, dibujos de payasos… payasos… aquellos payasos que lo intrigaron desde que les perdió el miedo, cuando hablábamos de ellos me decía que los envidiaba, que envidiaba su habilidad para reír y jugar todo el tiempo, sin problemas, sin preocupaciones – ¿Cuándo has visto un payaso que llora? – me preguntaba cuando le decía que eran hombres comunes y corrientes, de la misma manera se respondía – ¡Nunca! Ellos viven felices con todos sus colores y sus sorpresas, con sus trucos, y si llegan a sufrir ¡se aguantan!, que valientes son esos personajes tan coloridos – Pobre ingenuo, aún así estoy seguro de que ya te has dado cuenta de la verdad de los payasos, resignados a esconder sus sufrimiento por unas horas, para hacer feliz a tanto mocoso malcriado, la próxima vez que hablemos, que no sea de la risa del payaso, mejor que sea de su sufrimiento. Se hace más tarde, y mis padres ya metieron a Joaquin a casa, le piden que se canse de jugar ya con ese regalo, pero el idiota se aferra cada vez más a él, mis padres son obstinados, saben muy bien que no lo dejará jamás, lo ha deseado demasiado como para dejarlo ir así nada más.

Cuando tenía nueve años su vida cambió por completo, una noche que encontró entre los papeles de mamá un mail… ese mail que cambió su vida y lo hundió hasta el día de hoy… El remitente era un desconocido, no creo que tenga sentido recordar el nombre, ¿Qué decía ese mail pequeño Joaquin?, era acaso un asunto de negocios, la oferta del perfume que tanto le gustaba a mamá, era una de esas cadenas estúpidas que la gente envía con la esperanza de que un milagro ocurra en sus vidas, no, era una carta muy romántica, - como esas que se envían los enamorados - me dijiste entre sollozos, así es hermanito, mamá engaña a papá con otro, yo lo sabía desde hace un tiempo, pero no me mortifiqué en lo absoluto como tu lo hiciste, creo que es la naturaleza humana, o como dice mamá “la falta de afecto” que ella sufría, mamá tuvo una infancia muy complicada, quizás sea eso lo que ocasionó semejante daño en su cabeza, ahora leo la carta que escribiste a Papá Noel:

“Querido Papá Noel, ahora que se acercan las fiestas navideñas te escribo nuevamente, primero para agradecerte el regalo del año pasado, la bicicleta nueva me sirvió de mucho, y segundo para pedirte el regalo de este año, sabes que he sido muy bueno, y que merezco lo que voy a pedirte, esta vez no será algo material, así que no te costará mucho trabajo complacerme, antes de pedirte mi regalo, espero que puedas responderme una duda. Estoy comenzando a sospechar, que mis cartas no te están llegando, el año pasado descubrí a papá hurgando entre las cartas y creo son mis padres quienes recogen mis cartas del buzón y me compran los regalos, creo que este año descubriré la verdad, ya que lo que voy a pedirte mis padres no lo podrán comprar…”

Cuanta razón tenías ingenuo, y tienes razón, tu bicicleta te sirvió más de lo que pensabas.

Mucho tiempo se guardó la infidelidad de mamá, por lo que se acostumbró a sus mentiras, a sus salidas, a sus borracheras, a todo. Creo que eso contribuyó para que no le doliera tanto el enterarse que papá hacía lo mismo, - Esos dos nos están engañando – me dijo cuando escuchó a papá en el teléfono, durante semanas meditó que hacer respecto a mis padres, no sabía que pensar, constantemente les enviaba indirectas y su semblante cambió por completo, ya no era todo el tiempo el niño educado y respetuoso, cuando conversábamos había optado por cambiar las palabras “papá” y “mamá” por “cabrón” y “puta”. Ahora lo que le dolía no era la infidelidad, sino el hecho de que podían dormir en la misma cama y fingir amor durante tanto tiempo, todo un circo para mantenernos tranquilos a Joaquin y a mi, en realidad no me importaba, pero si al pequeño Joaquín, cada vez más renegado y más triste, nada comparado al día de hoy, que no borra la sonrisa del rostro, mientras mamá le acaricia la cabeza con la misma ternura del día en que nació.

Hoy Joaquín se levantó muy temprano, y reflejaba una tranquilidad inquietante, saludó a mamá muy contento y le dio un abrazo grande a papá en el desayuno, se aseó y se puso el pantalón negro que tanto le gustaba, una camisa que le regaló la abuela cuando cumplió diez y se lustró los zapatos, cogió la bicicleta y comenzó a andar con ella por todo el jardín, yo me encontraba en mi cuarto cuando me di cuenta de que la había metido a la casa y la subía por las escaleras, reía como un demente mientras lo hacía, pero no le tomé importancia, continuaba tirado en mi cama escuchando música. Ahora leo su carta y termino de comprender las cosas.

“…Quiero que este año me lleves a vivir contigo, prometo no estorbarte, solo quiero salir de este infierno en el que me tocó vivir, y del cual estoy cansado, por lo que he podido escuchar, en el polo norte las cosas son más tranquilas, espero que la noche de navidad vengas en tu trineo y me lleves junto a ti, volando por el cielo, lejos de mi casa…Espero tu pronta respuesta.
Joaquin.”

Joaquín llevó la bicicleta hasta la azotea y lo escuché jugar a ser Papá Noel, volando en su trineo y repartiendo regalos por el mundo, me conmovió su inocencia, me acerqué a mi ventana para observar la calle cuando vi a Joaquín caer desde la azotea montado en su bicicleta, un impacto y el sonido de sus huesos rompiéndose sacaron a mamá de la cocina, salió al jardín y se desmayó, papá salió corriendo y observó el cuerpo de mi hermano, su rostro sonriente ensangrentado y el cráneo roto, dos lágrimas brotaron de sus ojos y luego de despertar a mamá lloraron juntos junto a su cadáver, lo metieron a la sala y ahí están ahora, llorando y sufriendo, a comparación de Joaquín, que recibió su regalo seis días antes de navidad, y ahora vuela por el cielo, riéndose del sufrimiento, jugando a ser Papá Noel, jugando eternamente…

En lo que a mí respecta, extrañaré las conversaciones con mi hermanito, y a partir de hoy creeré más en Papá Noel y le escribiré una carta, quizás pueda ver a mi hermano y hablar de los payasos…

POETA 1585

Bitacora de un noviembre vacío.

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Genial, termina mi noviembre y no puedo evitar sentirme frustrado hasta cierto punto, para los que han podido notarlo, no he escrito nada nuevo este mes, y no es que se deba a un bloqueo mental (bueno ok, fué un bloqueo mental). Creo que mi problema radica en que he dedicado la mayor parte de este mes a escribir cartas para...(en realidad no importa para quién), y he posteado unicamente un triste tic tac en un intento por hacer que alguien caiga en la paranoia; intento que me veo obligado a detener debido a los sabios consejos de mi buena amiga Ana Claudia (El emoticón andante con voz de chibola).
Es así que no podía despedirme de noviembre sin antes manchar nuevamente mi blog con un texto aburrido y sin sentido. Espero poder recuperarme pronto de mis bloqueos... por mi propio bien espero hacerlo...

Tic tac...

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Dicen que la venganza es un plato que se come frío, quizás tengan razón...


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Definitivamente es super best disfrutar un buen plato de venganza mientras observas un capítulo más de tu pasado.

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La venganza en términos comunes se usa después de haber recibido una bofetada que golpea directamente el corazón... pero, ¿Qué sucede cuando sabes que esa bofetada caerá?, esa es la misma pregunta que me hice hace un mes y decidí vengarme antes de haber recibido dicha bofetada, y si no la recibía pues hubiese ligado mi vida a una obseción que me perseguía desde hace un par de años.

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En fin, ahora me lamento, y no puedo disfrutar de mi venganza, porque mi conciencia acribilla mi sentido de la maldad sin piedad alguna, y creo que muy tarde entendí la diferencia que existe entre una venganza y una vida...

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Y sé que me odiará por lo que le quede de vida, y sé también que no me disculpará... en esta vida.


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Tic tac, ahora somos dos...

El novelista mas grande...

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Las pupilas de todos se apuñalaron al personaje que acababa de levantarse de la mesa número 5 del café “D’ Robert’s”, con el cabello despeinado, los zapatos sucios, una corbata rota y el olor a tabaco en todo el cuerpo, parecía no haber dormido en días, sus ojeras lo reflejaban, todos lo miraban marcharse, y se preguntaban como una persona con ese aspecto podía pagar un lugar tan caro en lugar de darse un baño y comprarse ropa nueva. Solo escribía, no habló con nadie, no separó los ojos de la puerta, no dejó propina y no dejó de llorar…

Me resultaba interesante su caminar altanero, un poco rígido, con los hombros medio encogidos y sacudiendo los brazos sin coordinación; su mirada reflejaba angustia y hacía notar que definitivamente se encontraba preocupado, pero había algo más en esa mirada que me resultó conmovedor. Me levanté de mi asiento dejando una buena propina al mozo, en compensación por la que no dejó el caballero de la mirada triste, y lo seguí intrigado preguntándome ¿Qué pasaría en ese momento por su mente?, ¿A qué se debía su tristeza?, ¿Qué era lo que con tanto empeño escribía en esos papeles?

Dos cuadras mas adelante subió a un taxi con dirección al río, yo hice lo mismo y lo seguí, pude observar que antes de subir sacó nuevamente sus papeles y su bolígrafo, supuse que nuevamente escribía. Me pareció ver a través del parabrisas su silueta sacando un pañuelo y secándose las lágrimas, y me preocupé aún más por él, yo se lo que es estar solo y que nadie te consuele, y me sentí obligado a ofrecerle una mano amiga, un hombro sobre el cual llorar, no es muy bueno guardarse las penas para uno mismo, una carga así puede terminar por destruirnos. Su taxi se detuvo cerca al río, el hombre bajó con el portafolios en la mano izquierda y unos papeles debajo del brazo, cerró la puerta y comenzó a correr, por un momento pensé que lo perdería, y fui como una bala detrás de él, mientras corría iba riendo, riendo a enormes carcajadas, sus dientes desalineados se mostraron a la luz, y sus cabellos desordenados jugaron con el viento, continuó corriendo y riendo hasta que se detuvo de golpe a la orilla del río, buscó un árbol y se sentó debajo de él a escribir; me oculté detrás de un árbol a unos 10 metros de él, y mientras observaba el inhóspito lugar donde había ido a parar, me di cuenta de que ese caballero había dejado caer en el camino uno de los papeles que llevaba bajo el brazo, tenía una caligrafía perfecta y mientras esperaba a que mi objetivo hiciera algún movimiento me detuve a leer.

Me siento vacío, triste, confundido tal vez, debo presentar mi novela al editor en menos de 48 horas y aún no está terminada, es más, no se si la terminaré, la he leído mas de cincuenta veces y sigue sin agradarme, me siento artísticamente impotente, no puedo pensar en un buen final para mi historia, mis personajes se aburrieron de jugar en mi cabeza y ahora yacen aburridos y desganados en mi cenicero…

Aún no logro recordar cuando se me fue la imaginación, ni cuando fue que cambié las historias de amor por las tragedias en las que mis lectores lloran mucho más de lo que entienden; lo cierto es que junto a mis personajes también yo me aburro, la gente en este lugar me mira cada vez mas raro, y es comprensible, soy el único demente que tarda más de 4 horas en tomarse una cada de café; pobres y estúpidos trogloditas, todos me miran y murmuran entre ellos, creyendo que no puedo escucharlos. Los miro a todos de reojo, uno por uno, sus trajes finos, sus zapatos elegantes, sus habanos, sus rostros pálidos y sin gesto, todos me dan asco, todos excepto una persona… Y todos ellos me observan como si estuviera aquí con la única finalidad de convertirme en su rata de laboratorio, para probar que tan flexible puede ser la paciencia de un escritor frustrado, que bebe a sorbos la taza de café más cara de su vida, mientras se fuma el último cigarrillo y busca un rumbo para su propia vida.

Yo creo que la falta de inspiración de una persona se debe a las pocas ganas de vivir que le quedan, así que mientras no le encuentre un rumbo a mi vida, no creo llegar muy lejos con todo este asunto de ser escritor. He buscado mis musas en niños, basurales, sangre, jefaturas de policía, gobernantes, cantantes, poetas, prostitutas, miles de objetos, pero ya no se me ocurre nada, el rostro de estas personas me resulta nauseabundo, y no creo llegar muy lejos en este lugar.

Tengo una novia a la que veo una vez a la semana, el resto de los días debo extrañarla, para que el día del encuentro sea algo especial; la amo, no lo niego, y hay días en que el sentimiento se vuelve mas profundo, las ganas de verla me consumen, y siento la necesidad de buscarla y arrancarle la inspiración de los labios, aquellos que ella siempre supo administrar, entregándome únicamente los besos que presupuestaba para mi.
Hace poco sentí un cambio en Mía, sus besos se volvieron mas tiernos y profundos, mientras me besaba acariciaba mi cabello y entonaba sutilmente nuestra canción… Anestesió mis sentidos por completo y sentí una vez más que me alejaba de este mundo putrefacto, esta vez ella venía conmigo, sujetaba mi mano y juntos surcábamos no se qué dimensión… Por un momento me sentí feliz, después de mucho tiempo. El problema radica en el resto de mi semana, no puedo evitar sentir cierta frialdad en cada una de sus palabras virtuales, me perturba en cierto modo, tal vez sea solo mi imaginación; en fin, esperaré mi próximo encuentro con la mujer de la sonrisa acogedora para contarle que escribí acerca de ella, mientras bebía el último sorbo de mi café.”


Ahora todo estaba más claro, pobre hombre, estoy seguro de que su vida entera dependía de ese libro y se encontraba tan sumiso en sus problemas que no podía encontrar su rumbo, además estaba Mía, siempre creí que las mujeres eran complicadas, pero en el fondo creo también que todas se hicieron con el mismo molde, en realidad, toda la psicología humana es compleja, y aquel hombre la necesitaba en ese momento, necesitaba su cariño, necesitaba una palabra tierna que le devuelva la vida y le agudice los sentimientos, lo que aún no me quedaba claro era el por qué de su llanto, no entendía del todo si era por Mía, o había algo más que lo atormentaba; debajo del árbol seguía llorando y riendo como un orate, observaba el agua golpear las piedras con la misma brutalidad con la que la sociedad golpea al hombre rendido, y continuaba escribiendo, sus lágrimas caían en los papeles y eso a el no le importaba; me dominó aún más la curiosidad cuando su gesto se volvió decidido, se enjugó las lágrimas y terminó el texto en el que trabajaba, lo volvió a leer detenidamente y se mostró satisfecho, orgulloso levantó el papel hacia el cielo y sintió con satisfacción el aire jugar nuevamente con su cabello; terminó con aquello que parecía ser un ritual de triunfo, tomó ese papel y subió a lo alto de un árbol, observó su texto una vez mas, lo arrugó haciendo una pelota y lo lanzó con todas sus fuerzas hacia unos árboles; me dejó frío, me preguntaba cómo pudo deshacerse de algo a lo que le había puesto tanto sentimiento, no pude concebir semejante barbarie, además, me sentí intrigado por conocer el contenido de ese papel, así que me deslicé suavemente entre la naturaleza hasta llegar al lugar por donde había caído la pelota de papel, la busqué desesperadamente entre las plantas, me pinché las manos con espinas, me ensucié las rodillas con la tierra, pero no me importaba, deseaba saber que era lo que con tanto esmero escribió ese hombre, busqué como loco por todas partes hasta que la encontré detrás de una piedra, cerca de un arbusto.
“Gracias por preocuparte por mi, sabía que lo harías cuando vi en el café la forma tan amable en la que saludabas al mozo, mientras toda la basura aristocrática que nos rodeaba lo juzgaba por sus rasgos aindiados; te esperé por cuatro horas hasta que llegaste, sabía que todos los días llegabas al café a la misma hora, hoy te retrasaste y no me importan los motivos, lo importante es que llegaste, a pesar de todo llegaste y no me importó que me acribillaran decenas de miradas asqueadas de mi presencia, todo lo que leíste en el papel que intencionalmente arrojé hace un momento es cierto, estoy desesperado, herido por dentro. Sé que eres muy curioso, pero no te preocupes, te enterarás de todo, tú y miles de personas alrededor del mundo, ahora tú tienes que encargarte de eso, dejo en tus manos bondadosas este peso tan grande, sé que estás confundido, pero no te preocupes, todo quedará claro en su debido momento.

Supongo que debes estar pensando que Mía es la razón de todas mis lágrimas, has estudiado mis movimientos desde que salí del café, pero debo desilusionarte, Mía es más que mi novia (ya entenderás esto luego) y como ya lo mencioné en el texto anterior, la amo, La Conozco desde hace muchos años y a través de ellos ha sabido ganarse mi corazón, nuestra relación tiene aún un corto tiempo y no he tenido el valor suficiente para decirle a la cara muchas cosas que siento por temor a sonar demasiado romántico y cursi (temo que eso termine cansándola).

En fin querido amigo, estoy seguro de que esta misiva será el comienzo de una amistad eterna, pues estoy seguro de que nunca me olvidarás, ahora te pido que regreses a donde me dejaste, necesito que hagas algo con mi portafolio, el que acabo de dejar a las orillas del río que desde hoy pasó a la historia, pues arrastró en su curso el cuerpo del novelista mas grande de todos los tiempos: YO…”


Sentí que la sangre se me congelaba en ese instante, y no me pregunté en ese momento cómo pudo predecir mis movimientos, pues me dejó paralizado la idea de lo que pudo haber pasado con él, corrí hacia la orilla del río para encontrarlo y exigirle que aclare todas mis dudas, mas fue inútil, el ya no estaba ahí, observé el río con el temor de que pudiera arrastrarme a mi también, y me acerqué lenta y temerosamente al árbol bajo el cual había escrito su último texto y donde se hallaba su portafolio, me senté bajo el árbol y abrí el portafolio, dentro se encontraba la novela que debía entregar a su editor, con una nota adjunta donde me indicaba la dirección a la que debía entregarlo y me daba las gracias por ese favor.

Regresé a casa, completamente asustado, frío, con la mirada perdida, tomé una ducha y me preparé una buena taza de café, dentro del portafolio habían dos cigarrillos que me fumé sin vacilar mientras me sentaba a leer la novela de mi nuevo amigo, y esa fue la historia mas triste que leí en toda mi vida, me cautivó capítulo a capítulo, suceso tras suceso, no podía dejar de leer, esa noche no dormí, no podía despegar la vista de aquella historia, cantaron dos gallos y se vieron las primeras luces del día, cuando me temblaron las piernas al leer el final del libro, que describía exactamente la forma en que el novelista había llegado al café y todo lo que pensaba mientras yo lo espiaba, cada una de las palabras de la última carta se encontraban en esa historia, que finalizó con la escena de un río, golpeando y arrastrando el cuerpo de mi nuevo amigo, hasta perderse quien sabe donde; dos lágrimas rodaron por mis mejillas y sin esperar tomé un taxi y fui a la dirección que se me había indicado…

Llegué a una casa pequeña pero muy bonita, toqué el timbre y salió una joven muy hermosa, de cejas pobladas y sonrisa coqueta, la mirada cautivadora y la tez blanca.

- Buen día, esta novela debía entregarse hasta hoy, no conozco el nombre del autor, tampoco al editor, ¿podría darme alguna referencia señorita?- me dirigí a la joven, quien me miraba un poco extrañada.
- Buen día, yo soy la editora de Javier, ¿Es esta su novela?, ¿Y dónde está él?, se supone que hoy nos veríamos.
- Lo siento… no podrá venir, falleció ayer, de hecho… se quitó la vida

La belleza de aquella joven se vio manchada con la amargura de sus lágrimas, su llanto reflejaba dolor, por lo que supuse que eran muy amigos; la muchacha estrujó la novela entre sus manos, me invitó a pasar y la leyó, le pregunté si mientras tanto podía recostarme en su sofá para dormir un poco, limpiándose las lágrimas me indicó que no había ningún problema, así que me recosté sobre el sofá y me quedé profundamente dormido…

Desperté un poco mareado y confundido, no reconocí el lugar en el que estaba, hasta que recobré mis cinco sentidos y recordé todo lo que había pasado, distinguí a la muchacha terminando de leer la novela, quien inmediatamente se levantó de su asiento, se acercó rápidamente hacia mi y me abrazó, aún no dejaba de llorar, traté de consolarla en lo que pude y le pregunté si estaría bien, ella respondió que si y que si deseaba podía marcharme, opté por eso, quería darme un baño y pensar en muchas cosas, al despedirme le pregunté por su nombre.

-Yo soy Mía, mucho gusto…




POETA1585

En Octubre... si hay milagros

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Se acabó el mes de octubre, por lo menos para mí termina hoy, y lo cierro de esta manera,
tratando de plasmar en el blog una bitácora de retos y caídas de las que he podido aprender mucho, o tal vez nada...
Un Octubre que termina recordándome que sigo siendo el mismo soñador de siempre
con unas cuantas cosas nuevas que me inspiran a seguir asesinando personajes en mis historias...
Ok, está bien, se lo que estás pensando: "Qué onda con este tipo?, acaso tiene los sesos tan podridos que no puede pensar en otra cosa mas que concebir y asesinar a sus personajes?"; "Definitivamente brother, tienes una mente retorcida y morbosa, y la única forma de tranquilizar tus hormonas es derramando sangre en cada una de tus historias"
Es casi como si pudiera ver el gesto en tu rostro al leer esto, pues bien, lo confieso... ME GUSTA ASESINAR A MIS PERSONAJES. Y la verdad es que no puedo evitar sazonar mis historias con un poco de sangre y muerte.
Leeré tu mente una vez mas: "Wow pobre brother, es un maldito desequilibrado, pero pobrecito, seguro que aún no supera la muerte de Alejandra"
Y ya que toco el tema, ¿Quién rayos puede superar una muerte en menos de 6 meses?
...
Eso no es todo lo que mi octubre implicó, también descubrí que los cigarrillos sirven como líquido lubricante para que las palabras vayan desde mi cerebro hasta mis dedos.
Nuevamente tu pensamiento: "Con razón!!, pobrecito, se refugió en el tabaco para olvidarla!, acaso no sabe que el cigarro mata lentamente?"
Pues bien, no tengo prisa...
Tampoco es que desee de todo corazón mi propia muerte, ya superé esa etapa de mi vida, creo que a todos les pasa aunque sea una vez, y por supuesto yo no fuí la excepción, llegó un momento en que me pasaba horas y horas maquinando en mi cerebro mil y una manera de morir, hasta que llegué a la conclusión de que ninguna era lo suficientemente buena como para ponerla en práctica y de esa manera fue que desistí, es increible la forma en que puedo planear la muerte de mis personajes, mas no puedo planear la mía.
Y mientras continuaba envenenando mi subconciente con canciones que hablan de frustración y sufrimiento descubrí que aún se puede hacer algo en esta sucursal del infierno a la que llamamos hogar, aunque para eso se necesiten muchos años de cambio, descubrí que se puede lograr, pero para eso necesitaba cambiar tu forma de pensar, pero para cambiar tu manera de pensar necesitaba primero captar tu atención, y que mejor manera de hacerlo, que alimentando tu propio morbo contándote una historia producto de la amalgámica mezcla entre ficción y realidad...
Pero vamos, quién tiene la mente mas retorcida? Yo, que escribo las historias? o Tú, que estas sentado leyéndolas y con ganas de saber como terminarán?
El problema de muchas de las personas que leen mis historias, es que se fijan en la muerte misma del personaje, mas no pueden ver mas allá de la sangre y darse cuenta de lo abstracto de una muerte...
Pero creo que ya hablé demasiado...
Mi octubre termina de esta manera, con una nueva entrada en mi blog, y una nueva esperanza en mi vida (ok, sabes que estoy hablando de tí Mía, no te preocupes, que el 25 será un número que añadiré muy pronto en una historia nueva), no pienso dar más explicaciones acerca de mis historias, eso lo dejo a la imaginación de cada uno.
POETA 1585

Entre Sombras y Milagros...

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A Salvador nunca le gustaron las sorpresas, nunca le gustaron, hasta el día de hoy, en que acaba de recibir la visita mas esperada de su vida…


Pero vayamos desde el principio, o mejor aún, desde antes del principio, vayamos al día en que Salvador es concebido – intentaré describir la escena de la manera mas exacta posible – en un verde prado se encontraba su madre, la bella, sublime y talentosa Sofía Borbodick García, 16 años (aunque la perfecta curvatura de sus caderas aparentaban una edad mayor), el cabello rubilindo, la piel tan suave como la seda mas fina, la tez blanca, los ojos color azul cielo tan brillantes y deslumbrantes como las mismísimas estrellas del firmamento que esa noche se habían esmerado en mostrarse mas bellas que de costumbre; ella apoya la cabeza en el hombro de su amado Vicente Huamán Castillo, 19 años, cabello sucio, ojos marrones oscuros, descalzo, y vestía únicamente un pantalón tan negro como el mejor color de su pellejo y una camisa vieja que era herencia de su difunto padre; ambos observan el cuarto menguante del mes de octubre, que hacía mucho mas tiernas las canciones que Vicente le entonaba a su amada en el oído, él la mira a los ojos fijamente mientras pinta sobre su grácil y albino cuello una caricia, se aproxima tiernamente y la besa, con la misma delicadeza con la que recorría su espalda, la recuesta sobre el pasto y no deja de acariciarla, ella le quita la camisa, el escudriña su vientre, ambos se llenan de besos, abrazos, mordidas, exhalaciones, y palabras tiernas… La pasión fluye y ahora se revuelcan en el pasto, amándose, ella sintiéndose mujer y él sintiéndose el dichoso poseedor del tesoro mas preciado de la familia mas importante de la ciudad, así continúan hasta que el fuego del amor los agota por completo, él la abriga con su camisa percudida, ella se entrega a sus brazos, él la abraza con dulzura y ahora su piel parece mostrar un color azul elegante, se llenan de palabras tiernas y promesas de amor hasta quedarse dormidos uno al lado del otro abrigándose mutuamente y soñando con el mañana. Luego de una hora Sofía siente que el cuerpo de su amado se sacude, ella abre suavemente los ojos para evitar que la clara luz de luna golpee sus pupilas, Vicente aún se encuentra a su lado, pero tiembla y balbucea, y siente algo húmedo en su rostro pálido, se limpia con los dedos y pega un grito ensordecido al descubrir la sangre que brotaba de la boca de su hombre, fue entonces cuando se percató además de las tres voces que parecían acercase hacia ellos, soltó el cuerpo de Vicente, retrocedió un poco y cubrió con la camisa la desnudez de su cuerpo antes de que llegaran ellos, en un primer momento eran solo tres siluetas borrosas, hasta que pudo recuperar un poco la conciencia y se percató que uno de ellos era su padre y tenía entre los dedos un arma, con la que había disparado a quemarropa contra el cuerpo de Vicente…


Siete meses y medio después nació Salvador, en una choza muy alejada de la ciudad, un parto muy complicado, que no hubiese podido realizarse de no haber sido por la mujer que ayudó a Sofía (quien intentaba escapar de su padre) y que se sintió compadecida al ver sufrir a tan bella mujer, pero que sintió un cierto arrepentimiento al recibir entre sus manos al recién nacido, con la piel completamente oscura, y tan feo que le provocó nauseas; Sofía murió después del parto y aquella mujer fue a la ciudad y dejó en la puerta del convento al pequeño Salvador, metido dentro de una caja sucia de cartón y con una pequeña nota que decía: “Quizás ya no respire, acaba de nacer y no ha llorado”.


Pero increíblemente respiró, respiró y creció hasta convertirse en un pequeño y pícaro cantor, con el cabello erizado y tan oscuro como el color que reflejaba su piel, pero con los ojos azules de su madre y la melodiosa voz de su padre, por quienes nunca preguntó.
Le gustaba correr por los callejones del convento mientras observaba los bordados que hacían algunas de las hermanas, cuidaba a las plantas y a los canarios, subía y bajaba escaleras, barría, trapeaba y lustraba los pisos, hacía los quehaceres durante todo el día, descansando únicamente cada vez que se tocaba una campana y tenía que acercarse a la cocina a recibir los tres panes rancios y el plato de sopa que sobraba del día anterior, cuando no podía terminar con las tareas que le encomendaba la madre superiora era arrastrado por los pasadizos hasta un cuarto oscuro, con un colchón hecho trapos y una silla, ahí soportaba los azotes que la madre superiora le propinaba, lo insultaba, maldecía, satanizaba y hacía recordar lo mucho que le debía por haber sido criado durante tantos años, sin embargo, durante el tiempo que vivió en el convento nunca se le vio llorar, ni tampoco recibir muestras de afecto.


Cuando tenía 15 años un terremoto se trajo abajo el convento (que a pesar de las advertencias no había sido remodelado en más de 10 años), al verse sin hogar, Salvador tuvo que aventurarse en las calles que nunca había recorrido y acostumbrarse a la gente común y corriente, que no vestía raro y que no rezaba, que no le daba órdenes y no lo maltrataban, pero que lo ignoraban por completo; recorrió toda la ciudad durante días, comiendo cualquier cosa que se encontrara tirada en el suelo, descubriendo sabores desagradables, olores putrefactos, y escupitajos cada vez que se le acercaba a alguien en busca de un poco de agua o comida. Así continuó vagando por semanas enteras, sin esperanzas, sin comida, sin dinero, sin saber siquiera a donde llegaría, hasta que encontró en las fauces de un oscuro callejón, cuatro tipos mucho mayores, pero igual de sucios y andrajosos que él, completamente ebrios y a punto de encender su segundo concentrado de marihuana; Salvador se acercó un poco temeroso de ser rechazado al igual que las otras veces que intentó establecer contacto humano, caminó hacia ellos lentamente, y no se percataron de su presencia sino hasta que exhaló un sonoro grito de dolor luego de pisar accidentalmente un pedazo de vidrio roto; ellos se levantaron alarmados y caminaron hacia Salvador, él aún miraba fijamente su sangre cuando fue arrastrado por uno de ellos hasta el fondo del callejón, fue despojado de su pantalón y sintió el frío golpear salvajemente sus huesos, vio que todos ellos también se despojaban de sus prendas y se sintió confundido, era la primera vez que era tocado desde que salió del convento, pero no sabía si las manos que lo sujetaban eran manos amigas o enemigas, años mas tarde, seguiría sin entenderlo.


Salvador se sentó en el mismo callejón donde encontró a sus camaradas tres años atrás, sacó una bolsa con terokal y comenzó a aspirar, recordaba su vida, el hambre, el dolor, su canto, las miradas, los escupitajos, los golpes, el terremoto, su habitación, la madre superiora, el convento… Eso es todo, no podía recordar nada mas, el rostro de su madre, la voz de su padre, una caricia, absolutamente nada, tenía grabado en su subconsciente cada uno de los momentos de su vida y no encontraba ternura en ninguno de ellos; dejó su bolsa a un lado, se puso de pie y caminó tambaleante de vuelta a la faena, había aprendido con aquellos cuatro tipos (que luego de esa noche le enseñaron el arte de sobrevivir en la calle) a vivir a costa de los demás, a pedir limosna, a trepar muros, a escapar de las policías, a seguir a una persona durante mas de 10 cuadras sin ser descubierto, etc. Por el color de su piel fue bautizado como El Sombra, se convirtió en uno más del grupo y era el orgulloso poseedor de un sitio en el callejón, un par de zapatillas robadas, tres cortes en el pecho, dos en la cara y una fama de truhán en las zonas mas peligrosas de la ciudad, se movía en por la noche con toda facilidad y con los ojos entre abiertos, porque el color de sus pupilas arruinaba el camuflaje natural que su piel le brindaba en la oscuridad, era su rutina de todos los días el salir a las calles, conseguir un par de “clientes”, regresar al callejón con el resto de su clan urbano y reunir entre todos el dinero suficiente para comprar el alcohol, la droga y los pocos mendrugos de pan que consumirían durante el resto del día; el grupo tenía un ordenamiento jurídico muy primitivo, las únicas normas que existían eran: “cada uno salva su pellejo” y “el que no aporta no comparte el sustento diario”, lo que hundía a Salvador en una profunda depresión cada vez que no conseguía dinero para la reunión diaria, lo que lo obligaba a tirarse en un rincón, alejado del resto y tratando de recordar la pieza faltante en su historia.

Salvador está rendido, tirado en su callejón, ahora solo le pertenece a él, después de que sus compañeros fueron acribillados por “las fuerzas del orden” por ser considerados lacras de la sociedad, Salvador no quiere ser mas El Sombra, Salvador solo quiere morir, hace cinco días no prueba bocado y las fuerzas se le agotan, cierra los ojos como esperando el momento, escucha un pequeño susurro en su oído…


A Salvador nunca le gustaron las sorpresas, nunca le gustaron, hasta el día de hoy, en que acaba de recibir la visita mas esperada de su vida, abre los ojos y ve a su madre frente a él, acariciando su cabello maltratado, mucho mas bella de lo que él la imaginaba en sus noches de tristeza, se acerca a él, susurra un par de frases a su oído, deposita sobre su mejilla izquierda el beso mas tierno que se puede dar cuando se ama y se marcha. Salvador se levanta y sale de su callejón, con las pocas fuerzas que le quedan, recuerda la figura de su madre y resbala por su rostro una lágrima, la única que derramó durante toda su vida, se dirige a la comisaría a entregarse y pagar por sus delitos, esperando que la justicia humana pueda lograr, lo que él esperó de la justicia divina.

POETA 1585

Sutilmente...COBARDE

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Hacer un break en mi estilo, tratar de romper mis propios esquemas, mis propias barreras, no es que intente imitar a ninguna so frustrada, o algún adicto al whisky que de casualidad lea nuevamente las cosas que escupo en mis momentos de estupidez irremediable; pero que mierda, tal vez sea cierto, me falta sutileza, pero es mi estilo pues!...
Tal vez necesito esconderme detrás de la crudeza de mis palabras, tal vez aún me duela el hecho de que ella haya cambiado su dirección a la del cielo, o tal vez simplemente mi pensamiento no está a la altura de ese grupo de "señores" que adornan con palabras bonitas (pero indescifrables) sus artículos, no estamos metidos todos dentro un mismo saco, cada quien con lo suyo, no nací rodeado de los eruditos de la real academia de la lengua (gracias a Dios).
Acabo de fumarme mi cuarto cigarro consecutivo, por consejo de una nueva amiga, tengo una taza de café que me quema el alma y me obliga a buscar la pomada entre mis pensamientos... Pero solo encuentro mi cobardía, y es que todo esto jode en el fondo.
La cobardía por no poder decirle a alguien que se ha convertido en el objeto de mi investigación, que constantemente la observo y que analizo cada uno de sus gestos, sus palabras, sus miradas, su semblante, su perfil y hasta su hi5, decirle que cada vez encuentro una excusa mas estúpida para entablar conversación.
La misma cobardía que me impide pararme cada lunes frente a la mujer que me tortura con sus miradas, con sus gritos, con sus ordenes, con su prepotencia y con su aspecto anticuado y gritarle a la cara que por las buenas es mejor, mentarle mil veces a la madre y pedirle que no me joda mas la vida.
Esta cobardía que me obliga a ocultarme detrás de un blog, en lugar de salir al mundo y vomitarle a cada persona en la cara, para que al momento de lavársela se le caiga el paisaje que tiene ante los ojos, que le impide darse cuenta de su propia realidad, que no le deja ver mas allá de su respingada nariz y de sus viajes fuera del país; si van a viajar, entonces quédense allá y no vuelvan!, porque los valientes quedamos aquí, para pelear esta eterna batalla contra la opresión, contra la política corrupta, contra los congresistas que comen pollo y los ministros ratas que cuando caen en la trampa son capaces de cortarse la cola con tal de evitar su castigo, y aunque vengan los Yehude's, los Garcías o los Tongos, ya no importa, porque esos ya están jodidos, necesitamos sangre joven, que no tengan hambre de pollo sino de cambio, que no tengan ansiedad de poder sino de futuro, que no canten "la pituca" sino mejor un "let it be"... Se me fue la inspiración, disculpen mi enojo, mi sinceridad y mi cobarde sutileza...
POETA 1585

Dulces Sueños

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Hola mamá, soy Sandro, vine a visitarte porque me voy de viaje, y quise pasar a despedirme antes de partir. ¿Recuerdas nuestra historia mamá? ¿Te acuerdas que solíamos vivir con papá en una casa alejada de la ciudad?, éramos muy felices ¿Te acuerdas mamita?.

Los domingos salía con papá a pasear por el campo, también venía con nosotros Kaiser, nuestro perro, el pastor alemán que papá supo criar muy bien y que cuidaba la casa por las noches. Me gustaban mucho los paseos con papá, el me enseñó muchas cosas, me enseñó que los hombres no lloran, que las mujeres solo servían para atender a los hombres y que todo aquel que no pensaba así era un maricón y merecía morir.

¿Te acuerdas encontramos un venado acurrucado entre las plantas?, yo pensé que estaba durmiendo, pero papá dijo que estaba herido, me hizo coger el cuchillo y me dijo que le saque el pellejo mientras el lo sujetaba, pero no quise hacerlo porque aún estaba vivo, y papá me golpeó en el rostro que me sacó sangre en la ceja. Con el rostro sangrando y con un sentimiento de lástima y culpa me acerqué al animal y lo despellejé mientras papá le sujetaba las patas, estaba apunto de llorar al oír como aquel venado lanzaba al viento sus gritos llenos de desesperación y agonía, presa del dolor y del sufrimiento, y papá me dijo que si lloraba me iba a dar una golpiza, me dijo que debía disfrutarlo, no se que me pasó, pero por un momento sentí satisfacción al hacerlo, aunque nunca olvidaré esos gritos espantosos que me pusieron la sangre fría, casi tan fría como lo están ahora tus manitos mamá. Luego de eso no quise salir con papá nuevamente, me quedó la culpa en la conciencia.

Por las noches solía ayudarte en la cocina ¿verdad?, todavía puedo sentir en mi rostro tus caricias llenas de amor y ternura, todavía recuerdo tu tierna voz por las noches cuando me acostabas en mi cama y luego de darme un beso en la frente me decías que si algún día no estás, debía escapar y buscar un refugio, pero que por ningún motivo me quede con papá, creo que era porque él trabajaba mucho y no te gustaba que me quede solo.

Nunca supe donde trabajaba papá, todas las noches lo veía quemar hojas de marihuana en un papelito y fumárselo, ¿Papá estaba enfermo cierto? El me lo contó y me dijo que fumaba eso porque era su terapia. Una noche que no podía dormir me acerqué a la puerta de tu cuarto, y observé por el ojo de la cerradura un bulto que estaba tirado en uno de los rincones de la habitación; me di cuenta por el cabello que esa eras tu mamá, estabas llorando y tenias la cara bañada en sangre, tus brazos los tenías sobre el pecho como protegiéndote de algo y temblabas mucho, creo que sentías frío, quise entrar para ayudarte, pero me di cuenta que papá estaba ahí, llevaba una correa de cuero en la mano derecha que utilizó para golpearte, y tu gritabas mamita, le decías a papá que no te pegue pero el no te hacía caso, el soltó la correa y te cogió del brazo, te levantó y te tiró sobre la cama, te alzó el camisón que usabas para dormir e hicieron el amor, no era la primera vez que los veía, pero esta vez era diferente, tu rostro mostraba tristeza, dolor, discúlpame mamita, fui cobarde aquella noche, no entré a defenderte.

Me dolió mucho cuando comenzaste a estudiar lejos, porque sabía que te iba a extrañar a pesar de que venías a visitarnos constantemente, siempre te gustó superarte mamita, yo quiero ser como tu cuando crezca. Luego de un tiempo papá dijo que no tenía tiempo para cuidarme todo el día y me dejó en casa de uno de sus amigos, ese al que papá le decía perro blanco, un tipo alto, de tez blanca y muy guapo; la pasaba muy bien con él, jugábamos todo el día, algunas noches papá venía a recogerme y dormía en casa, las demás noches no llegaba.

¿Te acuerdas que me visitabas en la casa de perro blanco al volver de tus viajes?, y me traías muchos regalos y caramelos. También me acuerdo que te gustaba mucho conversar con perro blanco mientras se tomaban unos tragos, yo jugaba con algunos carros en la habitación donde dormía. Pero me fallaste mamita, eso me dolió en el fondo del alma, si hay algo que el tiempo no borrará de mi corazón fue aquella noche que mientras dormía me despertó un sonido que me resultó familiar , me levanté de la cama y caminé por la habitación, tratando de encontrar la fuente de aquel sonido, y me horroricé cuando me acerqué a la habitación de perro blanco e inmediatamente reconocí lo que era: Eras tu mamita, y gemías, gemías mientras le decías a perro blanco que lo amabas, no podía creer lo que escuchaba mamá, todo mi mundo se derrumbó. A partir de ese día tu llegabas mas a menudo a casa de perro blanco, y yo pasé a un segundo plano de tu vida, ese día para mi te convertiste en una triste y vulgar ramera.

Ya nada era igual, comencé a ver con odio a perro blanco, ese hombre con el que convivía todos los días y que por las noches me lo imaginaba haciéndole el amor a mi madre, me cubría las orejas con las manos porque no quería escucharte gritar y gemir de placer; yo sabía lo que pasaba en esa habitación, mas nunca abrí la puerta, solo me tiraba a la cama y todo el cuerpo me temblaba, temblaba de rabia. Ya no podía verlo a los ojos, porque un instinto asesino me hervía en la sangre, y quería arrancarle los testículos y hacer que se los trague, y no podía hacerlo, me triplicaba la edad y la fuerza; me sentí impotente mamá.

Durante mucho tiempo mi padre no llegó a recogerme, luego me contaron mis amigos que unos hombres se lo habían llevado lejos una noche oscura que lo encontraron tirado en la calle, no me importó mucho, después de todo, las cosas ya habían cambiado, fui a casa a ver si estaba escondido ahí pero solo encontré a Kaiser, estaba muy flaco y se veía hambriento, así que lo traje conmigo para que me haga compañía.

Nunca te dije nada mamita, no quería que sepas que me rompiste el corazón, porque pensé que eso te iba a entristecer. Pero te soy sincero, cada día odiaba mas a perro blanco, tal vez tu no sabes esto, pero yo escuché la conversación que tenías con él, le contaste que estabas embarazada, y te veías muy feliz, creo que a el no le alegró la noticia, te vio con los ojos llenos de odio y estuvo a punto de golpearte cuando Kaiser se abalanzó sobre él y lo mordió en el rostro, un río de sangre corrió por la habitación, pensé que perro blanco estaba muerto y me asusté, pero se levantó y sacó la navaja que llevaba siempre en el bolsillo, tomó a Kaiser de las patas y le cortó el cuello, mi fiel compañero ponía los ojos blancos y aullaba fuerte, como llamándome, pero nadie se percató del pobre Sandro, sentado en un rincón, lamentando entre sollozos la muerte de su fiel compañero.

Siempre tuve temor a perderte mamita, pasé muchos días pensando en eso y cada día me asustaba más. Sentí gran desesperación el día que perro blanco te dio de tomar esas pastillas a la fuerza y dijo que te mataría si le decías a alguien, todavía no puedo olvidar el dolor que reflejaba tu mirada mientras te retorcías en el suelo y pedías auxilio, tu cuerpo tembloroso casi moribundo, toda la sangre que arrojabas por la boca, tus lágrimas cargadas de desesperación e impotencia.

¿Por qué no me dijiste que estabas enferma mamita?, yo hubiese dado mi vida para aliviar tu enfermedad. Fui un estúpido al no darme cuenta de tus desmayos continuos, tu llanto de dolor por las noches, tus oraciones pidiéndole a Dios por tu vida y rostro ojeroso, lastimero, demacrado.

¿Por qué no me lo contaste antes mamita?, esperaste el último momento para contarme algo que con esfuerzo yo hubiese podido remediar, esperaste tus últimos minutos para contarme que el hijo que esperabas murió en tu vientre, y que seguía ahí, con su pequeño cuerpecito descomponiéndose día tras día, acabando con tu vida. Hasta hoy sigue en mi memoria tu rostro tan bello, tan lleno de ternura cuando me dijiste que morirías sin que nadie pueda hacer nada. Y moriste en mis brazos mamita, me dijiste que me querías y que desde el cielo me cuidarías para que no me pase nada. Me amaste hasta el último momento.

Mi corazón se llenó de ira en ese instante, se oscureció mi alma y el animal que llevaba adentro despertó, caminé hacia la cocina, tomé un cuchillo y me senté en la cama a tu lado, si no estabas conmigo ya no quería vivir, quería ir al cielo contigo para jugar todo el día y alejarme de la podredumbre de este mundo. Pero no me dejaron hacerlo, observaba aún tu rostro sonriente cuando llegó perro blanco y se tiró encima mío para quitarme el cuchillo, pero mis reflejos fueron mas rápidos que él, no se lo que pasó en ese instante, solo recuerdo mi mano sujetando el cuchillo fuertemente, y el cuchillo incrustado en su espalda, el rodó por el piso y me maldijo, y antes de que saque la navaja que llevaba en su bolsillo, corrí hacia él como un puma y me senté sobre su espalda ensangrentada, lo tomé del cabello y sin el menor de los escrúpulos le corté el cuello, lo degollé tal como él hizo con Kaiser, y sus gritos me recordaron a los del venado que despellejé, la sangre corría por toda la habitación, y el aún exhalaba sus últimos quejidos, no se si esta bien o mal, pero sentí placer mientras lo hacía, y reía a carcajadas al ver su rostro pálido desvanecerse mientras le gritaba desde el fondo de mi alma: ¡Muere perro blanco! ¡Vete al infierno junto con mi padre!. Luego de eso arrastré el cuerpo sin vida de perro blanco y lo acosté a tu lado, después de todo tu lo amabas.

Ahora ya tengo 8 años, un hombre me contó que tenía una tía en alguna parte, y que ella se podía hacer cargo de mi, ahora ya no quiero quitarme la vida, quiero salir adelante como tu siempre quisiste, pero me haces mucha falta mamita. Voy en busca de mi tía, pero antes de partir quise venir a verlos, mamá, perro blanco, dulces sueños.


POETA 1585

El Gringo

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Una tarde mientras iba a una reunión en el colegio donde estudio, pude percatarme de unos ancianos olvidados por el tiempo y la sociedad que conversaban amenamente en una acera, fue tanta mi curiosidad al ver los gestos de sorpresa en el rostro de uno de los ancianos, que me acerqué un poco a ver si alcanzaba oír algo, sin importarme la hora a la que llegaría a mi reunión. Saqué mi teléfono celular como para disimular un poco, y me paré aproximadamente a un metro simulando una conversación telefónica. Los ancianos conversaban de las anécdotas de su lejana juventud, y me llamó la atención el relato de uno de ellos que decía lo siguiente:

“Hace algunos años en la ciudad de Chachapoyas, llegó por motivos de trabajo un extranjero nacido en Canadá, un tipo alto de cabellos y bigotes rubios como el sol de verano, que por su carisma y buen humor, se ganó la aceptación y la simpatía de los pobladores muy rápidamente, por lo que la gente de la ciudad lo llamaba simplemente El Gringo.
Nunca le negó un favor a nadie, por lo que no faltaba aquel burlón que se aprovechaba de eso, todavía recuerdo el día que un pícaro joven, imitando su castellano masticado se acercó a la casa del Gringo y le pidió que le prestara 70 soles porque necesitaba viajar a Pedro Ruiz para visitar a su enferma tía, el Gringo le hizo el préstamo con la condición de que a su regreso le devolviera el dinero, ¡ay como nos reímos al ver la expresión del Gringo cuando le dijimos que el joven siempre había vivido en Pedro Ruiz y que solo estaba por aquí de pasadita!.
A pesar de eso, el Gringo nunca perdió la sonrisa tan alegre que lo caracterizaba y que inspiraba tanta confianza que hasta daban ganas de contarle que color de ropa interior se había puesto uno en la mañana.

El Gringo llegó a convertirse rápidamente en uno de los personajes mas conocidos y queridos de la ciudad, tanto fue así que estaba en todas las reuniones, misas, fiestas, debates, izamientos, juergas y todo tipo de actos públicos que ocurrían en la ciudad, y el se sentía muy contento al notar su aceptación por parte de la gente.

Pero había una cosa que lo hacía perder los estribos, aunque muchas veces no lo hizo notar, y se lo guardaba para sí mismo, lo que el Gringo no soportaba era la impuntualidad de algunas personas, ya que en su natal Canadá tenía la costumbre de asistir siempre puntual a todas partes, creo que era parte de su cultura o algo así.

En todo el tiempo que vivió en la ciudad el Gringo nunca llegó tarde a una reunión, por mas informal que ésta fuera, y le desesperaba ser el primero en llegar al lugar citado, en una ocasión fue a una fiesta y tuvo que sentarse largo rato a esperar que el dueño de la casa llegara a abrir su puerta porque había salido a hacer unas compras de ultimo minuto, y como si esto fuera poco, el pobre Gringo tuvo que ayudarlo a barrer el salón porque ni siquiera eso había hecho.

En otra oportunidad fue al velorio de un hombre a quien él apreciaba mucho, y le rechinaban los dientes de la cólera al verse él solo sentado junto al muerto esperando que se dignaran a aparecer los familiares y conocidos del finado, fue grande la sorpresa de las personas al encontrarlo dormido junto al cajón, cansado de tanto esperar, y mucho mayor fue la ira del Gringo al escuchar algunos comentarios que lo juzgaban de mal educado y grosero por haberse quedarse dormido a lado del difunto, -ojalá le jale las patas en la noche cuando esté durmiendo- decían algunas señoras que se daban de educadas y cultas.

Un día se armó una algarabía en la ciudad, cuando se percataron de que el caballero anglosajón no había llegado a la misa de los domingos, pensaron que estaba enfermo, lo cual no era muy común en el, así que un grupo de curiosos fueron hasta su casa para saber el motivo de su inasistencia, golpearon la puerta tan fuerte que uno de los vecinos mas decrépitos se levantó de su sueño y por poco agarra a pedradas a los curiosos.


Pasaron dos semanas y el popular Gringo no aparecía por ninguna parte, sus amigos mas cercanos se preocuparon mucho y andaban por toda la ciudad preguntando si habían visto a aquel caballero de rubios cabellos y bigotes tan poblados, pero nadie daba razón de su paradero, fue tal su preocupación que tumbaron la puerta de su casa, por temor de que le haya pasado algo malo, pero no encontraron nada mas que su larga cama de dos plazas, sin colchón, ni frazadas ni nada, Así que asumieron que el Gringo se marchó de la ciudad, y lo que era peor sin despedirse.

No pasó mucho tiempo de eso, hasta que uno de los hombres mas acaudalados de la ciudad organizó una fiesta en su casa, un salón grande adornado finamente con copias de algunos cuadros conocidos en el ámbito de la pintura Europea, repartió invitaciones a la gente del pueblo, citándolos a las 8:00 PM. Toda la ciudad se encontraba en el gran salón, impuntuales como de costumbre, pero pasó toda la noche sin que apareciera el organizador de la fiesta.
La policía se puso en acción y comenzaron a buscar al desaparecido hombre, fue grande la sorpresa al encontrarlo muerto al borde de un río por las afueras de la ciudad. Inmediatamente se iniciaron investigaciones para dar con el culpable, pero fueron en vano, no había rastros, ni pistas, ni huellas del asesino, solo se supo que murió apuñalado.
El cura del pueblo era un hombre un poco mayor, que se caracterizaba por ser casi tan puntual como el conocido Gringo, se produjo el alboroto en la ciudad cuando el cura no llegó una noche a la misa de los domingos, dejando con los crespos hechos a un grupo de señoras cucufatas que llevaron una botella de vino añejo para obsequiárselo al curita. Buscaron al clérigo por toda la ciudad sin tener éxito, un hombre muy apegado a la religión, acudió con cierto temor a la orilla del río donde había sido encontrado el cuerpo del desafortunado hombre, y se horrorizó al ver el cadáver del cura en las mismas condiciones que en el asesinato anterior.

Una mañana apareció en la comisaría de la ciudad un joven campesino, dedicado a sus terrenos toda su vida, aduciendo haber presenciado los asesinatos que habían puesto en alerta a todos los ciudadanos. Un tanto asustado el campesino relató que era aproximadamente las 8:15 de la noche cuando vio al acaudalado hombre dirigiéndose al salón donde se iba a realizar su fiesta, cuando una sombra lo atrapó de la parte trasera de la camisa y lo arrastró hacia un callejón, el campesino lo siguió para ver de que se trataba, y lo único que alcanzó a ver fue a la sombra apuñalando despiadadamente el cuerpo de aquel caballero, por mas que intentó no pudo observarle el rostro al asesino, pero su sospecha comenzó cuando un rayo de luz de luna cayó sobre la cabeza del matón y brilló el color dorado de su cabello, mientras se alejaba con rumbo al río.
Continuó relatando lo sucedido, mientras los policías dejando sus labores de lado, rodearon al campesino y lo escuchaban asombrados, mientras algunos pensaban. El campesino no dejó espacios y contó que era el día domingo y vio al cura saliendo de su casa, le extrañó mucho el hecho de que ya era un poco tarde para la misa, cuando apareció nuevamente la sombra y de un zarpazo arrojó al suelo al cura, lo levantó, se lo puso sobre el hombro y se lo llevó hacia el río, el campesino horrorizado regresó a su casa y no quiso salir, sino hasta que llegó a sus oídos la noticia de que estaban buscando al asesino.

El Coronel de la policía ordenó que se tendiera una trampa para atrapar al delincuente, así que el alcalde programó una fingida reunión en la municipalidad, y se hizo de conocimiento a toda la ciudad citándolos a las 9:00 PM. Ese día el alcalde hizo un retrazo fingido en su casa, saliendo de ella a las 9:20 PM, mientras los policías vigilaban atentos los alrededores, el alcalde salió de su casa y apareció la sombra, que lo cargó sobre los hombros y se dirigió camino al río mientras los policías los perseguían, llegaron a las orillas del río y la sombra aun no dejaba caer el cuerpo del alcalde cuando los policías alumbraron con sus linternas la cara del asesino y vieron horrorizados los poblados bigotes rubios y los ojos rojos como la sangre de sus víctimas, con las pupilas desorbitadas y un gesto desquiciado en el rostro, mientras en la mano derecha sujetaba un puñal manchado con sangre, no había ninguna duda, se trataba del Gringo. Los policías le ordenaron que suelte el puñal, pero el Gringo no reaccionaba, tenia la mirada perdida en el vacío y respiraba agitadamente. Dos de los policías mas valientes se aventaron sobre él para atraparlo, pero cuando estaban a punto de tocarlo, desapareció como haciéndose humo. Todos huyeron asustados del lugar, y fueron pocos los que quisieron contar lo que pasó esa noche.

Ahora se dice que el Gringo todavía sigue por la ciudad, esperando que algún otro impuntual se descuide y caiga en sus manos, para llevárselo al río y enseñarle de la manera difícil a ser puntual, aunque solo le sirva en la otra vida”

Terminaba de escuchar el relato del anciano, cuando me percaté de que me había atrasado 15 minutos para llegar a la reunión en mi colegio, inmediatamente guardé mi teléfono celular y corrí un tanto asustado a mi reunión, desde entonces no llego tarde a ningún lugar, no por temor al Gringo, sino porque comprendí que ese hombre se sentía ofendido ante la impuntualidad de la gente.

De aquel anciano no supe nada en mucho tiempo, hasta que me contaron que no llegó a una fiesta, y lo encontraron tirado a orillas de un río, con el rastro de unas cuantas puñaladas y una hebra de cabello rubio en la camisa.

Poeta 1585

Oscuro...

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Imagina pasar toda tu vida en una habitación oscura, donde tu única compañía es tu sombra, con una pequeña ventana por donde ingresa el aire, y algunos ingratos rayos de sol que solo observas una vez por día, durante 3 horas; pues bien, ésta es mi vida, ¿mi nombre?, eso es lo de menos, simplemente soy “Oscuro”.

Mi habitación oscura la construí para alejarme de todo el mal que trae este mundo, después de ver toda la maldad que corre en los países, en las ciudades, en las calles, en mí. Preferí la oscuridad y el silencio, porque estoy harto de todo esto. Aquí en mi habitación no tengo televisor, porque lo único que hace este aparato es llenarme la cabeza de asaltos, pobreza, miseria, crímenes, suicidios, guerras, huelgas, niños huérfanos que mueren de hambre cada minuto y que por las noches me muestra mujeres de figuras esculturales, alquilando sus cuerpos, y satisfaciendo la lujuria de hombres solitarios, a los que prefiero llamar enfermos.

Claro que no todo es malo en esa cajita mágica de colores, también muestran las maravillas que Dios creó para el hombre, muestra la hermosa vegetación, la geografía extraordinaria del Perú, me habla de los grandes maestros de la literatura, pero hoy en día, ¿A quién le importa?, son contadas las personas que prefieren ver uno de estos programas a ver las telenovelas, los talk shows las películas llenas de asesinatos y fornicación.

En mi habitación no tengo radio, porque me arruinan la psicología con canciones que incitan al morbo, a la delincuencia, a la droga, a sufrir por el amor de una mujer, a quitarse la vida por una decepción amorosa, a embriagarse sin motivo alguno. Y cada vez son menos las letras que alimentan el espíritu con mensajes positivistas, llenos de optimismo, y que le devuelven a uno las ganas de seguir adelante, mejorando cada día los aspectos de su vida.

Aquí tampoco tengo periódicos, ¿Para qué?, si lo único que muestran estos tabloides son titulares comunicando que se cometió un crimen pasional, que los políticos se enlodan cada día mas, que se devaluó la moneda, que la deuda externa aumenta, que el terrorismo sigue ganando terreno, que el índice de pobreza aumentó, y todo esto sin mencionar a toda la prensa amarilla y sensacionalista que pudren el cerebro con mujeres semidesnudas, y con vulgaridades propias de un delincuente.

Mi habitación no tiene puertas, la edifiqué desde adentro para no salir nunca, y la pequeña ventana la construí luego de tomar una de las decisiones mas importantes en la vida de un ser humano, que se redujo a la pregunta filosófica, ¿suicidarse o no suicidarse?, así que construí mi pequeña ventana para no morir asfixiado, por donde ingresa el aire a cada momento, y los mas tiernos rayos de sol que alguien pudo observar jamás.

¿Mi resentimiento hacia el mundo?, yo no lo creé, yo solía tener un corazón limpio, tenía una vida llena de alegría, todo era perfecto para mi, tenía el amor de unos padres, todos los juguetes, las comodidades, los amigos… en fin, lo tenía todo, y es que ya lo dice el refrán, no hay mal que por bien no venga, y no todo es perfecto en esta vida, dentro de todo mi mundo feliz había algo que no estaba marchando bien, era muy querido por la gente, pero yo no sabía que todo era hipocresía, sonrisas y caricias fingidas, falsas amistades.

La maldad fue invadiendo cada vez mas mi vida, y descubrí las amarguras del llanto, las decepciones de la infidelidad, los sinsabores del alcohol y el tabaco, la cara de la lúgubre muerte… y mi corazón se iba consumiendo poco a poco.

El tiempo fue pasando, y llegó una nueva compañera a mi vida… la soledad, que me enseñó a no llorar en los momentos de amargura, me enseñó a tragarme el rencor y la ira que corren por las venas, me enseñó que no existe esa cosita a lo que las personas llaman conciencia, pero la lección mas grande que me dio la soledad y que no olvidaré nunca, es la fuerza, aprendí que no todo es llanto en esta vida, y que las lágrimas no solucionan nada, que la depresión no es una enemiga a la que se debe temer y que las debilidades del hombre solo son posibles si el mismo hombre deja que los demás las vean.

Durante mucho tiempo sufrí, pero nunca lo hice notar. Llegó a apasionarme el teatro, me resultaba fascinante la forma en que los actores fingen ser una persona diferente y que al acabar la escena vuelven a ser ellos mismos, con sus tristezas y alegrías, con sus propios problemas. Fue ahí que decidí convertirme en actor.

Crecí, y aprendí lo que la sociedad me enseñó, aprendí a fingir amistad, aprendí a fingir ternura, aprendí a fingir amor, pero no me sentía bien, sabía que estaba mal y en el fondo yo no quería ser así. Estaba cansado de jugar con sentimientos, de las decepciones, y me estaba aburriendo de mi compañera incondicional: la soledad.

Mi vida de actor la controlaba muy bien, de día un joven estudiante, talentoso, querido por todos, de noche volvía a ser el triste solitario cuya alma era consumida por la sociedad y los placeres del mundo; pero nadie puede soportar una carga así toda la vida, y a mi corta edad era muy duro vivir así, no elegí el suicidio, quise seguir viviendo con la esperanza de que un día todo pueda ser mejor, preferí seguir viviendo, porque en el camino descubrí personas que me querían de verdad, y no quería causarles sufrimiento con una muerte. Pero necesitaba una solución, y la desesperación se apoderaba de mi mente.

Así que decidí encerrarme en esta oscuridad, no físicamente, sino espiritualmente, pero debía encontrar el momento adecuado para armarme de valor y hacerlo. Salí a la calle y observé por última vez la maldad, la hipocresía, la tristeza, la pobreza y toda la inmundicia que me rodeaba. Regresé a mi casa con ganas de llorar, y antes de hacerlo me armé de valor y sin pensarlo dos veces tomé el cuchillo que había dejado listo en la mesa donde me sentaba a llorar y me corté las orejas para no oír las inmundicias de la vida, y mientras el dolor aún me torturaba me arranqué los ojos para no sentirme triste y para no llorar al ver la cruel realidad de mi mundo.

Ahora vivo mas tranquilo, ya no me comunico con el mundo, ya no me siento solo, porque se que hay personas a mi alrededor que me cuidan todos los días, que me dan de comer y que me quieren de verdad. Ya no quiero saber lo que pasa fuera de mi habitación oscura, solo espero que todo allá afuera marche bien y que las cosas bellas predominen sobre el mal. Porque la única forma que el mal triunfe sobre el alma, es que los hombres buenos no hagan nada.

Imagina pasar toda tu vida en una habitación oscura, donde tu única compañía es tu sombra, con una pequeña ventana por donde ingresa el aire, ese aire es el amor de Dios, que me mantiene vivo y feliz hasta el día de hoy. Y algunos ingratos rayos de sol que solo observas una vez por día, esos rayos son el rostro de las personas que me demostraron cariño verdadero y que me gusta recordar una vez al día por 3 horas; pues bien, ésta es mi vida, ¿mi nombre?, eso es lo de menos, simplemente soy “Oscuro”.

POETA 1585

Poeta 1585

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Bien, no estoy muy acostumbrado a hacer este tipo de cosas, para ser completamente sincero, creo que es la primera vez que intento publicar algo serio en la web, pero hoy mientras regresaba de la universidad, me sentí extrañamente motivado a hacer esto, no se si alguien llegará a leerlo algún día, o si alguien se reirá de todo lo que tengo planeado para este blog, lo cierto es que si lo creé, fue para compartir algo de lo que me gusta hacer, desde hace ya mucho tiempo siento un gran apego por el mundo de las letras, y es por ese motivo que empiezo a escribir algunas de las historias que vuelan dentro de mi mente, esperando ser atrapadas y plasmadas de alguna manera para la prosperidad, hablamos constantemente del mundo globalizado, mundo que se consume y se desperdicia cada día, debido a que la gente joven aún no aprende a aprovechar completamente el fenomeno de la globalización, en fin, es en este espacio donde pretendo publicar todo lo que salga de mi mente, y espero que si por casualidad alguien está leyendo esto, sea de su total agrado y pueda dejarme algún comentario.Muy pronto mi primera entrada...