Oscuro...

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Imagina pasar toda tu vida en una habitación oscura, donde tu única compañía es tu sombra, con una pequeña ventana por donde ingresa el aire, y algunos ingratos rayos de sol que solo observas una vez por día, durante 3 horas; pues bien, ésta es mi vida, ¿mi nombre?, eso es lo de menos, simplemente soy “Oscuro”.

Mi habitación oscura la construí para alejarme de todo el mal que trae este mundo, después de ver toda la maldad que corre en los países, en las ciudades, en las calles, en mí. Preferí la oscuridad y el silencio, porque estoy harto de todo esto. Aquí en mi habitación no tengo televisor, porque lo único que hace este aparato es llenarme la cabeza de asaltos, pobreza, miseria, crímenes, suicidios, guerras, huelgas, niños huérfanos que mueren de hambre cada minuto y que por las noches me muestra mujeres de figuras esculturales, alquilando sus cuerpos, y satisfaciendo la lujuria de hombres solitarios, a los que prefiero llamar enfermos.

Claro que no todo es malo en esa cajita mágica de colores, también muestran las maravillas que Dios creó para el hombre, muestra la hermosa vegetación, la geografía extraordinaria del Perú, me habla de los grandes maestros de la literatura, pero hoy en día, ¿A quién le importa?, son contadas las personas que prefieren ver uno de estos programas a ver las telenovelas, los talk shows las películas llenas de asesinatos y fornicación.

En mi habitación no tengo radio, porque me arruinan la psicología con canciones que incitan al morbo, a la delincuencia, a la droga, a sufrir por el amor de una mujer, a quitarse la vida por una decepción amorosa, a embriagarse sin motivo alguno. Y cada vez son menos las letras que alimentan el espíritu con mensajes positivistas, llenos de optimismo, y que le devuelven a uno las ganas de seguir adelante, mejorando cada día los aspectos de su vida.

Aquí tampoco tengo periódicos, ¿Para qué?, si lo único que muestran estos tabloides son titulares comunicando que se cometió un crimen pasional, que los políticos se enlodan cada día mas, que se devaluó la moneda, que la deuda externa aumenta, que el terrorismo sigue ganando terreno, que el índice de pobreza aumentó, y todo esto sin mencionar a toda la prensa amarilla y sensacionalista que pudren el cerebro con mujeres semidesnudas, y con vulgaridades propias de un delincuente.

Mi habitación no tiene puertas, la edifiqué desde adentro para no salir nunca, y la pequeña ventana la construí luego de tomar una de las decisiones mas importantes en la vida de un ser humano, que se redujo a la pregunta filosófica, ¿suicidarse o no suicidarse?, así que construí mi pequeña ventana para no morir asfixiado, por donde ingresa el aire a cada momento, y los mas tiernos rayos de sol que alguien pudo observar jamás.

¿Mi resentimiento hacia el mundo?, yo no lo creé, yo solía tener un corazón limpio, tenía una vida llena de alegría, todo era perfecto para mi, tenía el amor de unos padres, todos los juguetes, las comodidades, los amigos… en fin, lo tenía todo, y es que ya lo dice el refrán, no hay mal que por bien no venga, y no todo es perfecto en esta vida, dentro de todo mi mundo feliz había algo que no estaba marchando bien, era muy querido por la gente, pero yo no sabía que todo era hipocresía, sonrisas y caricias fingidas, falsas amistades.

La maldad fue invadiendo cada vez mas mi vida, y descubrí las amarguras del llanto, las decepciones de la infidelidad, los sinsabores del alcohol y el tabaco, la cara de la lúgubre muerte… y mi corazón se iba consumiendo poco a poco.

El tiempo fue pasando, y llegó una nueva compañera a mi vida… la soledad, que me enseñó a no llorar en los momentos de amargura, me enseñó a tragarme el rencor y la ira que corren por las venas, me enseñó que no existe esa cosita a lo que las personas llaman conciencia, pero la lección mas grande que me dio la soledad y que no olvidaré nunca, es la fuerza, aprendí que no todo es llanto en esta vida, y que las lágrimas no solucionan nada, que la depresión no es una enemiga a la que se debe temer y que las debilidades del hombre solo son posibles si el mismo hombre deja que los demás las vean.

Durante mucho tiempo sufrí, pero nunca lo hice notar. Llegó a apasionarme el teatro, me resultaba fascinante la forma en que los actores fingen ser una persona diferente y que al acabar la escena vuelven a ser ellos mismos, con sus tristezas y alegrías, con sus propios problemas. Fue ahí que decidí convertirme en actor.

Crecí, y aprendí lo que la sociedad me enseñó, aprendí a fingir amistad, aprendí a fingir ternura, aprendí a fingir amor, pero no me sentía bien, sabía que estaba mal y en el fondo yo no quería ser así. Estaba cansado de jugar con sentimientos, de las decepciones, y me estaba aburriendo de mi compañera incondicional: la soledad.

Mi vida de actor la controlaba muy bien, de día un joven estudiante, talentoso, querido por todos, de noche volvía a ser el triste solitario cuya alma era consumida por la sociedad y los placeres del mundo; pero nadie puede soportar una carga así toda la vida, y a mi corta edad era muy duro vivir así, no elegí el suicidio, quise seguir viviendo con la esperanza de que un día todo pueda ser mejor, preferí seguir viviendo, porque en el camino descubrí personas que me querían de verdad, y no quería causarles sufrimiento con una muerte. Pero necesitaba una solución, y la desesperación se apoderaba de mi mente.

Así que decidí encerrarme en esta oscuridad, no físicamente, sino espiritualmente, pero debía encontrar el momento adecuado para armarme de valor y hacerlo. Salí a la calle y observé por última vez la maldad, la hipocresía, la tristeza, la pobreza y toda la inmundicia que me rodeaba. Regresé a mi casa con ganas de llorar, y antes de hacerlo me armé de valor y sin pensarlo dos veces tomé el cuchillo que había dejado listo en la mesa donde me sentaba a llorar y me corté las orejas para no oír las inmundicias de la vida, y mientras el dolor aún me torturaba me arranqué los ojos para no sentirme triste y para no llorar al ver la cruel realidad de mi mundo.

Ahora vivo mas tranquilo, ya no me comunico con el mundo, ya no me siento solo, porque se que hay personas a mi alrededor que me cuidan todos los días, que me dan de comer y que me quieren de verdad. Ya no quiero saber lo que pasa fuera de mi habitación oscura, solo espero que todo allá afuera marche bien y que las cosas bellas predominen sobre el mal. Porque la única forma que el mal triunfe sobre el alma, es que los hombres buenos no hagan nada.

Imagina pasar toda tu vida en una habitación oscura, donde tu única compañía es tu sombra, con una pequeña ventana por donde ingresa el aire, ese aire es el amor de Dios, que me mantiene vivo y feliz hasta el día de hoy. Y algunos ingratos rayos de sol que solo observas una vez por día, esos rayos son el rostro de las personas que me demostraron cariño verdadero y que me gusta recordar una vez al día por 3 horas; pues bien, ésta es mi vida, ¿mi nombre?, eso es lo de menos, simplemente soy “Oscuro”.

POETA 1585

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