Entre Sombras y Milagros...

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A Salvador nunca le gustaron las sorpresas, nunca le gustaron, hasta el día de hoy, en que acaba de recibir la visita mas esperada de su vida…


Pero vayamos desde el principio, o mejor aún, desde antes del principio, vayamos al día en que Salvador es concebido – intentaré describir la escena de la manera mas exacta posible – en un verde prado se encontraba su madre, la bella, sublime y talentosa Sofía Borbodick García, 16 años (aunque la perfecta curvatura de sus caderas aparentaban una edad mayor), el cabello rubilindo, la piel tan suave como la seda mas fina, la tez blanca, los ojos color azul cielo tan brillantes y deslumbrantes como las mismísimas estrellas del firmamento que esa noche se habían esmerado en mostrarse mas bellas que de costumbre; ella apoya la cabeza en el hombro de su amado Vicente Huamán Castillo, 19 años, cabello sucio, ojos marrones oscuros, descalzo, y vestía únicamente un pantalón tan negro como el mejor color de su pellejo y una camisa vieja que era herencia de su difunto padre; ambos observan el cuarto menguante del mes de octubre, que hacía mucho mas tiernas las canciones que Vicente le entonaba a su amada en el oído, él la mira a los ojos fijamente mientras pinta sobre su grácil y albino cuello una caricia, se aproxima tiernamente y la besa, con la misma delicadeza con la que recorría su espalda, la recuesta sobre el pasto y no deja de acariciarla, ella le quita la camisa, el escudriña su vientre, ambos se llenan de besos, abrazos, mordidas, exhalaciones, y palabras tiernas… La pasión fluye y ahora se revuelcan en el pasto, amándose, ella sintiéndose mujer y él sintiéndose el dichoso poseedor del tesoro mas preciado de la familia mas importante de la ciudad, así continúan hasta que el fuego del amor los agota por completo, él la abriga con su camisa percudida, ella se entrega a sus brazos, él la abraza con dulzura y ahora su piel parece mostrar un color azul elegante, se llenan de palabras tiernas y promesas de amor hasta quedarse dormidos uno al lado del otro abrigándose mutuamente y soñando con el mañana. Luego de una hora Sofía siente que el cuerpo de su amado se sacude, ella abre suavemente los ojos para evitar que la clara luz de luna golpee sus pupilas, Vicente aún se encuentra a su lado, pero tiembla y balbucea, y siente algo húmedo en su rostro pálido, se limpia con los dedos y pega un grito ensordecido al descubrir la sangre que brotaba de la boca de su hombre, fue entonces cuando se percató además de las tres voces que parecían acercase hacia ellos, soltó el cuerpo de Vicente, retrocedió un poco y cubrió con la camisa la desnudez de su cuerpo antes de que llegaran ellos, en un primer momento eran solo tres siluetas borrosas, hasta que pudo recuperar un poco la conciencia y se percató que uno de ellos era su padre y tenía entre los dedos un arma, con la que había disparado a quemarropa contra el cuerpo de Vicente…


Siete meses y medio después nació Salvador, en una choza muy alejada de la ciudad, un parto muy complicado, que no hubiese podido realizarse de no haber sido por la mujer que ayudó a Sofía (quien intentaba escapar de su padre) y que se sintió compadecida al ver sufrir a tan bella mujer, pero que sintió un cierto arrepentimiento al recibir entre sus manos al recién nacido, con la piel completamente oscura, y tan feo que le provocó nauseas; Sofía murió después del parto y aquella mujer fue a la ciudad y dejó en la puerta del convento al pequeño Salvador, metido dentro de una caja sucia de cartón y con una pequeña nota que decía: “Quizás ya no respire, acaba de nacer y no ha llorado”.


Pero increíblemente respiró, respiró y creció hasta convertirse en un pequeño y pícaro cantor, con el cabello erizado y tan oscuro como el color que reflejaba su piel, pero con los ojos azules de su madre y la melodiosa voz de su padre, por quienes nunca preguntó.
Le gustaba correr por los callejones del convento mientras observaba los bordados que hacían algunas de las hermanas, cuidaba a las plantas y a los canarios, subía y bajaba escaleras, barría, trapeaba y lustraba los pisos, hacía los quehaceres durante todo el día, descansando únicamente cada vez que se tocaba una campana y tenía que acercarse a la cocina a recibir los tres panes rancios y el plato de sopa que sobraba del día anterior, cuando no podía terminar con las tareas que le encomendaba la madre superiora era arrastrado por los pasadizos hasta un cuarto oscuro, con un colchón hecho trapos y una silla, ahí soportaba los azotes que la madre superiora le propinaba, lo insultaba, maldecía, satanizaba y hacía recordar lo mucho que le debía por haber sido criado durante tantos años, sin embargo, durante el tiempo que vivió en el convento nunca se le vio llorar, ni tampoco recibir muestras de afecto.


Cuando tenía 15 años un terremoto se trajo abajo el convento (que a pesar de las advertencias no había sido remodelado en más de 10 años), al verse sin hogar, Salvador tuvo que aventurarse en las calles que nunca había recorrido y acostumbrarse a la gente común y corriente, que no vestía raro y que no rezaba, que no le daba órdenes y no lo maltrataban, pero que lo ignoraban por completo; recorrió toda la ciudad durante días, comiendo cualquier cosa que se encontrara tirada en el suelo, descubriendo sabores desagradables, olores putrefactos, y escupitajos cada vez que se le acercaba a alguien en busca de un poco de agua o comida. Así continuó vagando por semanas enteras, sin esperanzas, sin comida, sin dinero, sin saber siquiera a donde llegaría, hasta que encontró en las fauces de un oscuro callejón, cuatro tipos mucho mayores, pero igual de sucios y andrajosos que él, completamente ebrios y a punto de encender su segundo concentrado de marihuana; Salvador se acercó un poco temeroso de ser rechazado al igual que las otras veces que intentó establecer contacto humano, caminó hacia ellos lentamente, y no se percataron de su presencia sino hasta que exhaló un sonoro grito de dolor luego de pisar accidentalmente un pedazo de vidrio roto; ellos se levantaron alarmados y caminaron hacia Salvador, él aún miraba fijamente su sangre cuando fue arrastrado por uno de ellos hasta el fondo del callejón, fue despojado de su pantalón y sintió el frío golpear salvajemente sus huesos, vio que todos ellos también se despojaban de sus prendas y se sintió confundido, era la primera vez que era tocado desde que salió del convento, pero no sabía si las manos que lo sujetaban eran manos amigas o enemigas, años mas tarde, seguiría sin entenderlo.


Salvador se sentó en el mismo callejón donde encontró a sus camaradas tres años atrás, sacó una bolsa con terokal y comenzó a aspirar, recordaba su vida, el hambre, el dolor, su canto, las miradas, los escupitajos, los golpes, el terremoto, su habitación, la madre superiora, el convento… Eso es todo, no podía recordar nada mas, el rostro de su madre, la voz de su padre, una caricia, absolutamente nada, tenía grabado en su subconsciente cada uno de los momentos de su vida y no encontraba ternura en ninguno de ellos; dejó su bolsa a un lado, se puso de pie y caminó tambaleante de vuelta a la faena, había aprendido con aquellos cuatro tipos (que luego de esa noche le enseñaron el arte de sobrevivir en la calle) a vivir a costa de los demás, a pedir limosna, a trepar muros, a escapar de las policías, a seguir a una persona durante mas de 10 cuadras sin ser descubierto, etc. Por el color de su piel fue bautizado como El Sombra, se convirtió en uno más del grupo y era el orgulloso poseedor de un sitio en el callejón, un par de zapatillas robadas, tres cortes en el pecho, dos en la cara y una fama de truhán en las zonas mas peligrosas de la ciudad, se movía en por la noche con toda facilidad y con los ojos entre abiertos, porque el color de sus pupilas arruinaba el camuflaje natural que su piel le brindaba en la oscuridad, era su rutina de todos los días el salir a las calles, conseguir un par de “clientes”, regresar al callejón con el resto de su clan urbano y reunir entre todos el dinero suficiente para comprar el alcohol, la droga y los pocos mendrugos de pan que consumirían durante el resto del día; el grupo tenía un ordenamiento jurídico muy primitivo, las únicas normas que existían eran: “cada uno salva su pellejo” y “el que no aporta no comparte el sustento diario”, lo que hundía a Salvador en una profunda depresión cada vez que no conseguía dinero para la reunión diaria, lo que lo obligaba a tirarse en un rincón, alejado del resto y tratando de recordar la pieza faltante en su historia.

Salvador está rendido, tirado en su callejón, ahora solo le pertenece a él, después de que sus compañeros fueron acribillados por “las fuerzas del orden” por ser considerados lacras de la sociedad, Salvador no quiere ser mas El Sombra, Salvador solo quiere morir, hace cinco días no prueba bocado y las fuerzas se le agotan, cierra los ojos como esperando el momento, escucha un pequeño susurro en su oído…


A Salvador nunca le gustaron las sorpresas, nunca le gustaron, hasta el día de hoy, en que acaba de recibir la visita mas esperada de su vida, abre los ojos y ve a su madre frente a él, acariciando su cabello maltratado, mucho mas bella de lo que él la imaginaba en sus noches de tristeza, se acerca a él, susurra un par de frases a su oído, deposita sobre su mejilla izquierda el beso mas tierno que se puede dar cuando se ama y se marcha. Salvador se levanta y sale de su callejón, con las pocas fuerzas que le quedan, recuerda la figura de su madre y resbala por su rostro una lágrima, la única que derramó durante toda su vida, se dirige a la comisaría a entregarse y pagar por sus delitos, esperando que la justicia humana pueda lograr, lo que él esperó de la justicia divina.

POETA 1585

2 resurrecciones:

Ana Claudia dijo...

MIERDA, MIERDA Y MIL VECES MIERDA!


Ala... no sabes las miles de sinapsis que me hetirado con tu post.
qué bueno, de veras

y, no lo digo solo porque me tengas que decir cómo encriptar archivos... sino, porque de veras me gusta lo uqe haces y las razones, son aún mejores.


Hay otras de fondo, pero lo bueno es que escribas de ptm.

Saludos, cabeza de cancha
xD

Carmen dijo...

azuuuuuu! jaiirr! eztaa preziiOza! de vrdd ezcribzz marabilaaz! =) tk amiiOh zigue azii!...